Nutrición y seguridad alimentaria
en un clima cambiante

Octubre 1, 2025 | Lectura en 3 minutos 

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Las condiciones meteorológicas extremas, el aumento de las temperaturas y las precipitaciones impredecibles están dificultando el cultivo de alimentos, lo que pone en peligro la seguridad alimentaria de millones de personas en todo el mundo.

A menudo pensamos en cómo el aumento de las temperaturas afectará a nuestra salud o a nuestros viajes, pero ¿qué pasa con nuestra seguridad alimentaria? El cambio climático es una de las principales causas del hambre y la malnutrición en todo el mundo, y el calentamiento global y la pérdida de biodiversidad que conlleva provocarán hambrunas e inseguridad alimentaria a escala mundial. 

Estas son algunas de las formas en que el cambio climático puede afectar a la seguridad alimentaria y la nutrición:

El aumento de la frecuencia y la gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos, como sequías, incendios forestales, inundaciones y tormentas, puede destruir los cultivos, deteriorar el suelo y dificultar enormemente el crecimiento de los cultivos. El aumento de las temperaturas afectará al rendimiento, mientras que los cambios en las precipitaciones podrían afectar tanto a la calidad como a la cantidad de los cultivos. Estos cambios pueden provocar una disminución de la producción de alimentos, lo que reducirá la disponibilidad y la accesibilidad de los mismos y aumentará su precio. 

Cuanto más escaso es un alimento, más caro se vuelve. Por eso los gastos en alimentación están aumentando en varios países de todo el mundo. Además, las interrupciones en la cadena de suministro como consecuencia de los desastres naturales pueden provocar una mayor escasez de alimentos, lo que encarece aún más los productos alimenticios. 

El aumento de las temperaturas contribuye a una evaporación excesiva, al deshielo de los glaciares y a la alteración del caudal de los ríos, lo que reduce la disponibilidad de agua, esencial para una agricultura eficaz. 

El cambio climático también puede afectar a la calidad de los alimentos, ya que los cambios en la temperatura y las precipitaciones pueden alterar la composición y el valor nutricional de los cultivos. Esto puede dar lugar a una disminución de la calidad de los alimentos, reduciendo el valor nutricional de las dietas y aumentando el riesgo de deficiencias de micronutrientes.

El cambio climático también puede afectar al acceso a los alimentos, ya que los cambios en la temperatura y los patrones de precipitaciones pueden afectar a la capacidad de las personas y las comunidades para cultivar y cosechar, así como para transportar y distribuir los alimentos. 

El cambio climático también puede afectar a la producción ganadera, ya que el calor extremo puede afectar a la disponibilidad y la calidad de los piensos y aumentar el riesgo de enfermedades y parásitos en el ganado. Esto puede dar lugar a una reducción de la producción ganadera, lo que reduciría la disponibilidad de carne y productos lácteos. Además, el aumento de la acidez de los océanos puede afectar a las poblaciones de peces y a los ecosistemas marinos.

Según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, para 2050, el riesgo de hambre y malnutrición podría aumentar en un 20 % si no logramos reducir y prevenir los efectos adversos de las condiciones meteorológicas extremas. Hay muchas formas en las que podemos trabajar para garantizar la seguridad alimentaria en medio del cambio climático:

Dado que cada año se desperdician 1300 millones de toneladas de alimentos, reducir el desperdicio de alimentos es una de las medidas más eficaces que puedes tomar para ayudar a combatir el cambio climático. Puedes hacerlo de la siguiente manera: 

  • No comprando demasiados alimentos: planifica tus comidas y haz una lista de la compra.
  • Preparando recetas con ingredientes que se pueden combinar.
  • Aprovechar las sobras antes de cocinar otra cosa.

Trabajar para mejorar nuestra infraestructura actual podría ayudar a prevenir pérdidas importantes de cosechas y a impulsar prácticas agrícolas más eficientes. Esto puede incluir:

  • Contratar personal o utilizar maquinaria para proteger los cultivos contra las malas hierbas.
  • Emplear métodos naturales para evitar los pesticidas 
  • Garantizar que los sistemas de almacenamiento de alimentos adecuados estén intactos 

Diversificar los cultivos y crear sistemas alimentarios locales resilientes, ya que centrarse en un solo cultivo podría hacer que la región agrícola fuera más vulnerable a las plagas y enfermedades, provocando hambrunas.

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